A
propósito de mi incursión en el
protocolo de Estado.
Una de mis mayores ilusiones fue estudiar la Carrera de Relaciones
Internacionales, para una vez egresado de la universidad, incorporarme como
funcionario público a la Cancillería Panameña y laborar en el servicio exterior,
lamentablemente, ese sueño se vio
truncado ya que por influencias de mis amigos, (líderes estudiantiles de la época), me hicieron
desistir de optar por esta carrera
porque según ellos, desde los inicios de nuestra pequeña república, estas
posiciones ya tenían nombre y apellido.
Efectivamente, nunca pude ingresar al servicio
exterior, no sólo porque ciertamente estaba vedado para los humildes
estudiantes panameños, sino porque la
carrera que finalmente decidí estudiar fue
Comunicación Social.
Sin embargo, por designios del destino y el
apremiante requerimiento de un “maestro de ceremonia”, me incorporo a la
Dirección General de Protocolo y Ceremonial del Estado en el Ministerio de
Relaciones Exteriores, 25 años después de mi vida universitaria y profesional.
Mi cargo; Oficial de Protocolo y Maestro de Ceremonia del Estado.
Una
vez ratificado en esta posición, y con
mis créditos de: Licenciado en Ciencias de la Comunicación Social, Periodista,
Relacionista Público, Presentador de Televisión, Poeta y Maestro de Ceremonia con vasta
experiencia, nuestra misión fue entonces, ser para todo el cuerpo diplomático,
acreditado en Panamá y especialmente para la cancillería el mejor y más
confiable proveedor de servicios en esta categoría.
Experto en Oratoria, Comunicación
Integral e Imagen, fuimos plenamente
conscientes que un Maestro de Ceremonia debe ser alguien que conozca y
domine el ser y el hacer de esta excitante profesión.
Cabe la pena destacar, que entré a laborar como Oficial de protocolo
y Maestro de Ceremonia del Estado, en
momentos en que se revisaban las principales normas y reglamentos que encausan
el ceremonial y etiqueta que tradicionalmente han
regido en la organización y ejecución de los Actos Oficiales, ajustándolos
a la par, a las prácticas consagradas y a las peculiaridades propias de nuestro servicio exterior, introduciendo los cambios que con el devenir de los años han
sufrido dichas normas, tratando así con este esfuerzo de actualizar,
sistematizar y unificar criterios alrededor de todas las actividades que exigen
los eventos oficiales con el fin de contribuir de manera positiva a que se promueva una nueva imagen, proyección y
desenvolvimiento de la Cancillería Panameña.