Comentario No 5
Conspiración de amor, paz y alegría.
Por: Licdo. Eliécer Vásquez Q
Como todos sabemos, en la Navidad se conmemora la maravillosa manifestación del Señor Jesús en la historia. Pero la navidad, no solamente es la fiesta de Jesús, sino también de José y María. Es la fiesta de la sagrada Familia. Precisamente y en virtud de ello. Estos festejos revisten un aire familiar.
Una primera condición cristiana para
celebrar la Navidad es la voluntad personal y comunitaria de vivir el
misterio de esta fiesta a la luz de la fe, en un clima de sosiego y de
paz. La segunda es tomar conciencia de lo que significa profundamente la
Navidad, a saber; el nacimiento entre
nosotros de Jesucristo. La tercera reside en asumir la realidad festiva
humana, social y familiar del fenómeno de las Navidades.
Bajo estas premisas fundamentales, es importante que nos propongamos realzar las fiestas del
nacimiento del niño Jesús, a través
de aspectos concretos que nos hagan
compartir en familia y nos haga sentir
verdaderamente contentos y felices, aunque, tal vez, no todos tendremos una
Navidad y un Año Nuevo Feliz porque la ausencia de un ser querido, la presencia
del sufrimiento, el padecimiento de una enfermedad, la preocupación por la
subsistencia diaria y la constatación del mal en nuestra mundana existencia son
reales.
A pesar de todo, debemos esforzarnos por ser felices, y lo
primero que debemos hacer, es perder el
miedo, confiar en Dios y hacerle frente a la vida. Son los miedos los que nos
impiden vivir libres y dichosos: miedo a la vida, miedo al futuro, a las
enfermedades, miedo a la muerte, en fin, para que todo lo que
hagamos en estas festividades nos lleve a la paz, recordemos la ternura del pasado, el valor
del presente y la esperanza del futuro.
En este
extraordinario tiempo de disfrutar momentos en familia, tratemos de estar en
paz con nosotros mismos, reflexionemos nuestros problemas y dificultades,
nuestra propia vida, compartiendo
sonrisas e historias del pasado que nos harán reír y llorar como si las viviéramos otra vez.
En ese sentido, los
invito a estar en paz con la familia y
especialmente con Dios, ya que solo así podremos disfrutar al máximo estas
fiestas y aprovechar esta coyuntura
histórica para proyectar toda la
armonía y el sentimiento de espiritualidad cristiana, haciendo de la mismas, una inolvidable conmemoración del nacimiento del
niño Dios.
La idea es
bendecir esta fecha en una conspiración de amor, paz y alegría.