UNA TAZA DE CHOCOLATE CALIENTE Y UN TROZO DE PAN.
A propósito de nuestra navidad.
Por: Eliécer Vásquez Q.
Si bien es cierto, la navidad, es por un lado una celebración religiosa, pero también es la época del año, en que dejamos un poco de lado las preocupaciones cotidianas, para reavivar el espíritu de solidaridad, de renacer en las buenas acciones y hacer llegar a nuestros amigos, familiares y conocidos, nuestros más sinceros deseos de paz, armonía y felicidad.
Por: Eliécer Vásquez Q.
Si bien es cierto, la navidad, es por un lado una celebración religiosa, pero también es la época del año, en que dejamos un poco de lado las preocupaciones cotidianas, para reavivar el espíritu de solidaridad, de renacer en las buenas acciones y hacer llegar a nuestros amigos, familiares y conocidos, nuestros más sinceros deseos de paz, armonía y felicidad.
No obstante, con la prisa que ejerce nuestra
cotidianidad, expresar estos parabienes se vuelve en ocasiones trillado al repetir la misma
frase de siempre, “Feliz Navidad y
Prospero Año Nuevo” y sobre todo sin
tomar en cuenta otras consideraciones de la época.
Es bonito hablar del niño Dios, mientras
esperamos el repicar de las campanas a media noche después de haber sido
bendecido con un agradable banquete compuesto de ricas carnes: Jamón, Pollo,
Pavo, lechón y exquisitos manjares, ensaladas y frutas.
En nuestro caso, en cada navidad, veo reflejado
mi propio rostro y el de mis hermanos, rostros de niños desamparados y con una
familia totalmente falto de recursos: sin un vestido nuevo que lucir, descalzos,
sin comida, sin juguetes, sin fiestas
sin alegría, para nosotros no existía el niño Dios ni el Santa Claus, las
cartas que siempre le escribíamos el 24 de diciembre pidiendo los juguetes más baratos
y sencillos de la época jamás llegaron a nuestro hogar. Nuestros padres nos acostaban temprano en la noche para que nuestras
navidades pasaran desapercibidas y nos levantaban súper temprano para
brindarnos una taza de chocolate caliente y un trozo de pan sin mantequilla,
para nosotros el niño Jesús se encontraba en
ese trozo de pan y en esa taza de chocolate.
Por eso, ahora, a mi edad adulta, me pregunto,
¿cómo se puede hablar del niño Jesús a la mayoría de la gente pobre que tiene que
vivir sin siquiera una o dos comidas al
día como sucedió en varias ocasiones con nosotros?
Sabían que, cada día mueren en el mundo,
6.500 niños de hambre. Doscientos millones de niños en el mundo sufren de
desnutrición, mientras en España se tiran cada año 10 toneladas de comida a la
basura y en nuestro país se gastan 45 millones de dólares para la adquisición
de comida deshidratada (expirada) para dársela de manera criminal a
los niños de nuestras escuelas de parte
de políticos corruptos, gente apenas consciente de que el que explota al pobre
se empobrece el mismo y corta toda posibilidad de relación con Dios.
En fin, a pesar de todo, espero que en esta navidad veamos en cada
rostro de un niño desamparado o falto de recursos al Niño Jesús y tratemos de
llenarlos de alegría compartiendo con ellos lo poco o lo mucho que tengamos, que éste niño que nace nuevamente lo haga fundamentalmente
en nuestros corazones y la luz de su rostro ilumine el sendero a seguir
en este nuevo año que se avecina. Que crezca un sentimiento de
Bondad, Paz y Amor para compartir con la
gente que no solamente amamos sino con la gente que más lo necesita.
Que esa Paz
que tanto auguramos, y el el espíritu de estas fiestas
perdure por siempre en los hogares de todos los panameños, que la llegada del
niño Jesús sea portadora de muchas bendiciones, que el tañer de las campanas
Navideñas, hagan eco de alegría y armonía en nuestras vidas.…
Que el
niño Jesús nos deje en nuestro arbolito: la esperanza, amor, alegría, felicidad,
y mucha luz que ilumine nuestros ojos proyectando la mirada hacia todos los
pobres de nuestro país para brindarles
nuestra ayuda sin mezquindades y no sigamos pasando de largo o mirando de reojo
como si fuera algo que no nos concerniera directamente.
Feliz
Navidad y Prospero Año Nuevo