Pacto de amor eterno
Panamá, 1o de agosto del 2015.
Amada hija:
hace sólo algunos meses, que,
emocionada me expresaste tus
planes de casarte. Entonces me percaté que habías crecido, y en un abrir y cerrar de ojos, aparecieron las
imágenes de cuando tuve la dicha de
mirarte por primera vez y la primera vez
que sostuve tu tierno y frágil cuerpecito entre mis brazos.
Mi “bebe”,
mi niña, ya eres toda una mujercita,
pero sigues siendo la niña de mis ojos, mi niña adorada.
Waly,
quiero que sepas, que trate de
entregarte lo mejor de mí,
inculcándote; valores humanos,
principios éticos y morales, hábitos y conceptos propios de un hogar estable y de una relación conyugal responsable.
Recuerda hija mía, que el matrimonio es un “pacto de amor eterno”. Un compromiso
trascendental y divino hacia el crecimiento. Un evento maravilloso e
inolvidable de inmensa y profunda Alegría, pero, también ten presente, que el “Matrimonio”,
no es solamente un acto romántico, es una decisión seria,
uno de los retos más difíciles de la vida, en donde
rosa el dolor y el miedo, en
momentos en que el mundo parece tornarse
frío y la vida incierta.
En fin, el matrimonio es y seguirá siendo el
viaje de descubrimiento más importante y, fascinante que hoy has emprendido.
Por eso, al
transcurrir de los años,
esfuérzate por mantener ese nido de amor: intacto, juntos, pase lo que pase, juntos siempre, y siempre en el mismo
lecho.
Considera las fechas importantes;
reúnete siempre con tu familia, nunca olvides que todavía cuantas con tu padre y con tu
madre, y sobre todo con el
inconmensurable amor de nuestro Señor Jesús
Cristo.
Querida hija; le doy gracias a nuestro padre celestial por
haber hecho realidad uno de tus más
grandes anhelos y le ruego a Dios que te de sabiduría para guiar el hogar que te has propuesto construir.
En verdad, no tengo palabras para describir
lo que siento como padre, al ver consumado un matrimonio que habíamos
esperado con muchas expectativas; sellado
hoy por la bendición de las leyes civiles,
más adelante proclamado por los ángeles y sin lugar a dudas, ratificado por Jesús.
Le
imploro a Dios, que llene tu camino de bendiciones;
Que te proteja de todo peligro
y de toda maldad y te permita la dicha de estar con “el gordo”, por el resto de
sus vidas.
Hija de mi alma, te amo, te amo tanto, que Si sumaras todas las
estrellas del cielo, todos los granitos de arena en el vasto océano y todas las flores en el mundo, tendrías una idea de cuánto te amo.
Te auguro un porvenir pleno de
felicidad, sereno y luminoso. Que esa pasión, amor y respeto que sientes por
Giovanny los una para siempre.
Que Dios los bendiga.
Te quiere mucho Papá.