lunes, 6 de marzo de 2017

EL RATÓN DE BIBLIOTECAS


EL RATON DE BIBLIOTECAS.
Por: Eliécer Vásquez Q.


Ninguna pompa de jabón flota por más tiem
po de la que irradia la educación en nuestra edad adulta, prácticamente tuve que estudiar toda mi secundaria y estudios universitarios en colegios nocturnos, desde que era un adolescente, tenía que trabajar en horas de la mañana para apoyar a mi familia compuesta de cuatro hermanos, la cual era sumamente humilde y carente de las más elementales necesidades   para una familia de seis.
Todo mi transcurrir por el mundo de la enseñanza media y superior la logré realizar con solo un par de cuadernos de 200 páginas, un lápiz y un bolígrafo , a falta de no tener dinero para comprar libros, tenía que sacarle copia a libros de mis amigos pero la mayoría de las veces parecía un “ratón de biblioteca”, me podrían encontrar en las bibliotecas de las escuelas y de la Universidad; en los tiempos libres, horas de recreo o altas horas de la noche, inclusive los fines de semana.
Gracias a Dios, la mayoría de mis profesores con sus instrucciones y excelente pedagogía, me hacían saber que: …”el mundo no es un patio de juegos, sino un salón de clases, que la vida no es una fiesta, sino esfuerzo, fuerza de voluntad y dedicación”. Una lección eterna para todos nosotros principalmente para los más necesitados.
En ese estadio de situación,  me empecé a dar cuenta que; “enseña más la necesidad, que la Universidad”.



Que interesante, extraordinario y sublime fue conocer a alguien como el Dr, Ricardo Arias calderón (ex vicepresidente de la República)  Q.E.P.D. profesor de filosofía en la Universidad Nacional de Panamá, por mencionar sólo uno, que nos hizo saber que “la educación “es el vestido de gala para asistir a la fiesta de la vida”, más gratificante aún hacernos sentir, que el primer deber de un profesor, es amar y respetar a sus alumnos, una brújula que activa los imanes de la curiosidad, el conocimiento y la sabiduría, que no es sólo la transmisión del conocimiento de cabeza a cabeza sino de corazón a corazón y que nos involucre a ambos; a educandos y a educados.
Sus profundas enseñanzas dejaron  una honda huella en nuestra conciencia para siempre, gracias por educarnos a su  peculiar  manera, gracias por reafirmarnos que educar no es fabricar adultos según un modelo, sino liberar en cada uno de nosotros lo que nos impide ser nosotros mismos y realizarnos según  nuestras creencias, nuestro genio y nuestros dones a pesar de nuestras limitaciones.
Educarnos en los principios espirituales, universales y que tengamos un criterio para distinguir la injusticia y protestar contra ella, una educación civil, pública o privada que nos oriente y nos dé confianza para recurrir a los organismos adecuados en defensa de nuestros derechos inalienables.




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