lunes, 21 de marzo de 2016

HAGO DE LA VIDA UN POEMA INACABABLE


En el día internacional de la poesía

Por Eliécer Vásquez Q.
    En verdad, quisiera hallar la expresión justa de lo que siento y pienso sobre la poesía!  Pero temo que solamente alcanzaré a expresar lo que alguien dijo de la contrición; “más  deseo sentirla que saber definirla”.
Sin embargo, considero que la poesía es un aspecto de la belleza, intuitivamente percibido y captado en un momento de luz por la conciencia. Su lenguaje metafórico no puede traducirse racionalmente, escapa a veces a la comprensión. Más que al orden lógico, pertenece al plano metafísico  del  pensamiento sensible.

De allí, que mis poemas, siempre han tratado de comunicar vivencias que tal vez sean dignas de ser transmitidas, y presentar el goce del trabajo creador, o sea, comunicación al exterior. Así, esas letras talladas  en mis libros, han sido fiel intérprete  de la esperanza, de las emociones que emergen de la vida y que enmarcan al creador en el paisaje de actitudes personales.

 El maquillaje de mis letras, son una especie de invitación al arte de amar poéticamente. Es el canto del amor poseído, perdido y recobrado tras la muerte en una especie de eternidad que es la de la belleza de la rosa, canta la eternidad del amor, que siempre renace como  un sol que vuelve, como una rosa siempre floreciendo tras la muerte.

Poner las palabras a soñar, poner las palabras a cantar, he aquí el secreto de la poesía, porque la música es una cosa interna de cada palabra ya que cada palabra en poesía tiene su propia música.
Por eso la poesía es necesariamente distinta de todas las otras formas de expresión literaria. Tiene música adentro; tiene un trasfondo  de asonancias, ritmos, metáforas, por eso el hombre la siente suya.


Yo sufro intensamente mientras escribo un poema, cada palabra, cada verso, golpean mi cerebro una y otra vez, como el mazo al cincel  hasta que logren su propia ubicación, pero una vez logrado el poema una inmensa alegría sobrecoge mi espíritu, Para mí, no existe sensación más maravillosa que el proceso de elaboración de mis poemas, pienso que si hay algo bueno, sincero y noble en mi persona, ese algo se encuentra en el poeta que soy.

Para que un hombre sea poeta ha de ser muy puro, no contaminado por las conveniencias, por los prejuicios, por los intereses personales, generalmente por esto el verdadero poeta es joven (hablo de edad psíquica); siempre presenta una resistencia para entrar por la puerta fácil de las formas; es rebelde y tiene la materia sensible a todas las vibraciones. Por eso  sufre mucho cuando no puede captar la armonía de las cosas, porque ha sido perturbada por pensamientos desequilibrados y acciones destructoras. Entonces canta para quejarse de la desarmonía, y de la nota disonante de lo que está captando.

Creamos el poema al vivir, - madurando en nosotros, de nuestra propia sangre- y vamos dejando constancias, hojas de ese desarrollo:
Imágenes de la  mirada atenta, gotas de realidad vivida y ya cristalizada. Experto en señales y en visión penetrante, cazador de relámpagos vitales nada puede serle indiferente o ajeno al poeta, todo le corresponde. Y el poema es producto espontáneo; cristalización del vivir, y –al propio tiempo-  fulgor para los otros: revelación, enigma o desafío. (Como la perla o el fruto, transformación de sustancias vitales.
A veces tiene la sencillez y la verdad insustituible de una llama, el significado oscuro y sin embargo evidente de un árbol en el atardecer, de unas manos amadas que se recortan en las sombras, casi intemporales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario